sábado, octubre 29, 2011

La hora Hogarth

Hay un hombre sentado ante una mesa con espejo. El espejo está rodeado de bombillas encendidas, como las mesas de maquillaje de los teatros. El hombre se está untando el rostro con una película de color amarillo. Cuando está satisfecho con la capa, toma un pincel grueso y se pinta una gran estrella azul envolviendo su ojo izquierdo. Termina y observa su reflejo, satisfecho.

- Listo para la acción.

El hombre se levanta, apaga las luces del espejo. Va vestido con un vistoso mono plateado. En su mano derecha lleva una Uzi, la pequeña metralleta israelí, que brilla con tono diabólico. Abre la puerta y entra en una sala grande, como un hangar. Tres decenas de mujeres hermosas hasta la presunción de inocencia clavan sus ojos en él. Llevan monos tan ajustados que se les marca hasta la respiración, y una gran pistola en cada mano. El hombre se detiene a tres metros de ellas, va a lanzar su discurso.

- Señoritas, hoy es el alba de un nuevo día. El mundo tal y como conocemos va a dar un giro de 180 grados. A mejor. A infinitamente, radicalmente mejor. Sois las hijas de la nueva era, y vais a enseñar a todos esos hipócritas lo caros que son la arrogancia y el orgullo. ¡Por Hogarth!

- ¡Por Hogarth! - gritan todas como una sola.

El hombre avanza hacia un cuadro de mandos y aprieta el botón de apertura. La pared del fondo se desliza, abriéndose a la Gran Ciudad.

- Señoritas, a partir de este instante da comienzo ¡la hora Hogarth!

El hombre echa a andar a paso rápido hacia la salida. Las mujeres se sitúan en formación triangular tras él, armas en ristre, dispuestas y listas para cambiar el mundo.
 
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