jueves, mayo 05, 2016

Melocotones y un mono

En un tenducho mugriento situado entre dos locales para visitantes de los planetas exteriores la dueña, una mujer grande y fea, se ríe a carcajadas.

¿Le preguntas al mono si le gustan los plátanos?

El hombre del espacio se agacha y mira al macaco enjaulado. El animal le devuelve una mirada desesperanzada, se lleva las manos a la cabeza. La mujer estaba observando, y se pone frenética: envía de dos patadas la jaula volando contra las patas de una mesa y le grita al ruso que se largue de su tienda, utilizando una amplia gama de expresiones racistas.

¡Lárgate de una vez, deshecho espacial! Vuelve al pedazo de chatarra que te trajo y pírate de mi planeta! ¡vuélvete al pozo de barro y vodka en el que te parió tu madre!

Vitaly sonríe. Se mete la mano en el bolsillo y saca un fajo de billetes atados con una tira de cuero. La mujer abre mucho los ojos y se transforma en un instante.

Disculpe mis malos modales, señor. Soy colérica, todos lo dicen. ¿Qué mercancía le interesa al caballero espacial? Estaré encantada de ofrecérsela.

Melocotones responde Vitaly, muy serio. En el pecho de su chándal rojo brillan doradas las letras CCCP . Grandes, buenos, jugosos. Pago bien.

Creo que tengo algunos en la trastienda sale por una puerta de tela, vuelve a entrar al poco . Tengo siete. Quiero cien por cada uno.

Pequeños para ser tan caros. Tú aprovechas. Cincuenta cada.

No regateo con exteriores. Digo cien y son cien. Por cincuenta cada uno te llevas la mitad. ¿Los quieres o se los doy al mono?

El mono lanza una mirada se terror hacia su dueña, y se acurruca en el fondo de la jaula.

Da, siete cien. Pero llevo mono. Toma le pone el dinero en la mano.

El mono vale buen dinero también. ¿doscientos?

Yo voy, tú vendes nada. Siete cien por melocotones y mono. 

La mujer se cruza de brazos. El piloto ruso se levanta y se dirige a la puerta a paso firme.

Espera la dama del tenducho aprieta los dientes—. De acuerdo, llévatelo, llévatelo también. Ese maldito bicho pulgoso no me da más que disgustos. Con tu dinero me compraré un canario flauta para que me alegre los días.

Trato. el hombre del espacio coge la bolsa de melocotones, abre la jaula del macaco, lo coge con delicadeza y se lo sube al hombro. El animal temeroso se agarra a su pelo y no pierde de vista a la mujer.

Ya en la nave, su compañero, Volodia, le recibe a gritos por traer otra vez animales a la nave. Sin duda se cree que su miserable carguero es una especie de arca de Noé. Y encima es un mono, nada menos. Vitaly le mira con indiferencia se tumba en el puesto de copiloto y se pone a mordisquear uno de los melocotones.




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