lunes, noviembre 14, 2016

Allá en el sótano


Allá
en el sótano
donde yacen las cosas
que avergüenzan
que dan miedo.

Los bártulos,
los mamotretos,
los chismes 
escondidos
bajo tierra.

Todo lo que reptadesgarray crece.

Allá
bajo un millón de trastos
oculté mi amor por ti.



lunes, octubre 31, 2016

Esperanza no está

En el piso de arriba vive un hombre que nunca sale de la bañera. Caballo Negro le dijo que le llamaban el profeta. Y claro, subieron a verle. Su habitación era un gran cuarto de baño de casa antigua, muy espacioso, con luces de camerino alrededor de un gran espejo, dos grandes pilas debajo, con grifos dorados. En un rincón, la taza, y presidiendo la estancia, una enorme bañera de porcelana con patas de león. Y dentro de la bañera, agua hasta el borde y un sombrero echado sobre la cara de un cuerpo rechoncho que se adivinaba bajo la espuma.

—Seas quien seas, márchate y déjame en paz. Estoy meditando. —dijo una voz ronca, grave, levemente molesta —Y si tienes una urgencia, usa el lavabo de abajo, que para eso está.

—Señor profeta, tenemos una pregunta para usted —dijo Caballo Negro.

—Largo de aquí.

—Pero señor —intervino Violeta— necesitamos su ayuda. Ha pasado algo muy grave.

—Nada es grave, salvo el sexo y la muerte. —el sombrero se inclinó hacia atrás y unos ojillos oscuros recorrieron a los visitantes— Además, sois niños. Dejad las preocupaciones para los mayores. Id a jugar con peonzas, o con huesos de perro. Bajad a la calle, perseguíos el uno al otro.

—Señor profeta, la madre de Caballo Negro ha desaparecido. Ayúdenos, por favor.

—¿Sois sordos? No hay nada malo en ser sordo, pero en este momento de mi vida resulta muy molesto.

—¡Usted conoce a mi madre. Si no hace nada será cómplice de los que se la llevaron! —Caballo Negro se echó a llorar, desesperado.

Una mano enorme salió de la bañera y, a tientas, apartó el sombrero de paja. Quedó al descubierto una enorme cabeza de pelo gris y y barba empapada. Bajo los ojillos una enorme nariz roja y una boca con gesto preocupado.

—No llores, hombre. Estaba medio dormido, pero he despertado. Además, en cien o doscientos años, todo esto será una insignificancia.

El niño seguía llorando, Violeta intentaba confortarle acariciando su espalda, mientras miraba con odio al supuesto sabio.

—Veamos, eres el niño caballo, así que tu madre es la hermosa Esperanza Hop. ¿Cuándo ha desaparecido?

—Ayer por la tarde.

—Eso es poco tiempo, a lo mejor ha ido a hacer un recado. ¿Quién fue el último en verla?

—Fui yo. Y creo que usted es un maleducado, y un estafador. Y que nadie puede predecir el futuro. —dijo Violeta.

—Yo no predigo el futuro, ni nada por el estilo. Me tumbo en mi bañera y pienso todo el día. Ese es mi trabajo.

—Pues vaya trabajo.

—Es mejor que ser una niña cascarrabias. Dime ¿dónde viste a Esperanza?

—En el salón del hotel. Estaba sentada en un sillón de delante de la chimenea. Luego se levantó y se fue.

—¿Salió a la calle?

—Dice Ferdinand que no pasó por la recepción, ni por la cocina.

—Pues si el director lo dice, será verdad. Nunca olvida una cara, y siempre lo ve todo. O sea que aún está en el hotel. La habéis buscado, imagino.

Ferdinand nos mandó con el señor Bas a recorrer todas las salas y almacenes, cuartos de la limpieza y también las habitaciones, las vacías y las ocupadas. También subimos al terrado. No la encontramos.

—Una vez descartado el factor espacial, sólo queda recurrir al factor humano: hay que hablar con todos los ocupantes del hotel, y descubrir quién tiene información, incluso aunque no sepa que la tiene. Haremos eso y encontraremos a Esperanza.

—¿Entonces va a hablar con todo el mundo?

—¿Quién, yo? —rió fuerte— ¿estás de broma? No puedo salir de mi bañera, tengo mucho en qué pensar. No. Decidle a Ferdinand que avise al inefable Señor Señora. Tiene un olfato muy fino para estas cosas. Él se encargará.



viernes, septiembre 30, 2016

Libro del si


Una Valquiria reza a Dios-coche.
Racimos de pajaritos sin freír 
(sobre una palmera).

Diez gramos de mala suerte,  
un chorro de soledad:
cuando volví ya no eras tú.


miércoles, septiembre 14, 2016

Huir/volver

Una noche de salsa brava
rodamos hacia la costa
con hambre de arena.
Tontos, torpes y libres
nos guía un libro sin tapas.

Semidesnudos, apretujados
con bocadillos de carne blanca
y refresco de gas en las encías.
Te tomaba de postre si la espuma de las olas
no nos reclamara.

Por desiertos de rotondas tristes
fracturamos la noche a faros.
Un bosque de feroz pino negro
acaricia la cabeza, las mejillas
de la carroza mecánica.

La lluvia nos desata
saltamos desnudos como piojos
bailamos sobre las algas de almohada.
Peludos, narigudos, feos y felices
al fin en casa.





lunes, julio 18, 2016

Vinieron

Salí a correr al bosque
sin camisa, pies sobre agujas de pino,
abriendo el aire con el cuerpo.

La manada aguarda
a la orilla de tu río
con hambre infinita.

Que vengan, pensé.
Y vinieron.

jueves, junio 16, 2016

Bajamar

Espuma pintada de sangre
clava sus labios fríos
en el lomo de mi alma:
otra y otra y otra vez más
me dejé cornear.

Qué caricatura torcida.
Qué vergüenza dan
las lágrimas al manchar
las bolsas de basura.

Ni hombre, ni medio
un pegotito celoso
bajo la barra de un bar.

Bajamar, bajamar
y si el agua nunca vuelve




martes, junio 07, 2016

El perro del páramo

Cuando la mujer grande llegó a Moryr, a la entrada del pueblo se encontró con un perro tumbado en medio del camino.

—¿Quién eres? —le preguntó el can, impidiendo el paso, pero silencioso y bastante educado, teniendo en cuenta las circunstancias.

—Yo...

El perro ladeó la cabeza con incredulidad.

— ¿Dudas? En Moryr no hay dudas.

—No es eso. Sé por qué vengo. Pero no recuerdo haber tenido nunca nombre.

La mujer parecía un poco violenta por el hecho de no ser nadie.

—No te inquietes, casi todo puede arreglarse. Te llamarás Nadia.

—Me gusta. Me gusta mucho. —respondió Nadia. —Y tú, ¿cómo te llamas?

—Páramo. —la miró muy serio. —mi amo tiene un sentido del humor muy particular.

—No sé a qué te refieres. Encantada de conocerte, Páramo.

—Sigue adelante. El primer edificio que ves es la alquería. Entra y pregunta por Ferrer. Él podrá quitarte esos clavos.

—¿Qué clavos?—se miró y descubrió que tenía una docena de clavos de hierro oxidado perforándole los brazos y las piernas. —Ah.

—Ferrer te ayudará; aunque no te duelan, no son cómodos ni bonitos.

—No lo son. Iré.

—Nos vemos luego —se despidió el perro Páramo.


Nadia echó a andar y se despidió del can con un gesto ambiguo: la piel alrededor de los clavos había empezado a picarle.




jueves, junio 02, 2016

Cofradía fúnebre

La luz naciente revela sus sombras.
El triste grupo arrastra el alma
al carricoche chusco del churrero.

Chocolate, porras, café 
no pueden difuminar
el brillo majestuoso,
la noche perdida.

Un mar de luces,
un desierto de amor mudo 
bañado en caos 
etílico
eléctrico.

"Desde este refugio 
juremos NO.
No hay, 
ni podrá haber jamás,
un mañana."

Blanquecinos
parten en taxis,
dan la espalda al horizonte.

miércoles, mayo 18, 2016

Fuego fugaz de consecuencia previsible


Reflejo de fuego en el espejo;
arde el otro mundo.
¿Dónde está mi doble?
Más: ¿dónde está su amor?

Mientras él apaga llamas
(Pobre diablo)
yazgo con ella
junto a una cascada de risas.

Acabo.
Me doy media vuelta,
desnudo e infinito
para no volver a volver.

¿Llevará mi hijahijo también
el anillo en la otra mano?




miércoles, mayo 11, 2016

Vagabundo sin perro


Vagabundo sin perro
perro sin hueso
hueso sin alma.

Corazón aletargado
derrotado
seco.

Mujer lejana 
que mancha 
tu sonrisa
con estrellas

Vagamundo gris
bajo el manto del cielo.

Vagamundo sin descanso
errante, mendicante
yerto y casi muerto.

No sueñes,
no recuerdes,
no te atrevas a murmurar
"Ya no te quiero"








jueves, mayo 05, 2016

Melocotones y un mono

En un tenducho mugriento situado entre dos locales para visitantes de los planetas exteriores la dueña, una mujer grande y fea, se ríe a carcajadas.

¿Le preguntas al mono si le gustan los plátanos?

El hombre del espacio se agacha y mira al macaco enjaulado. El animal le devuelve una mirada desesperanzada, se lleva las manos a la cabeza. La mujer estaba observando, y se pone frenética: envía de dos patadas la jaula volando contra las patas de una mesa y le grita al ruso que se largue de su tienda, utilizando una amplia gama de expresiones racistas.

¡Lárgate de una vez, deshecho espacial! Vuelve al pedazo de chatarra que te trajo y pírate de mi planeta! ¡vuélvete al pozo de barro y vodka en el que te parió tu madre!

Vitaly sonríe. Se mete la mano en el bolsillo y saca un fajo de billetes atados con una tira de cuero. La mujer abre mucho los ojos y se transforma en un instante.

Disculpe mis malos modales, señor. Soy colérica, todos lo dicen. ¿Qué mercancía le interesa al caballero espacial? Estaré encantada de ofrecérsela.

Melocotones responde Vitaly, muy serio. En el pecho de su chándal rojo brillan doradas las letras CCCP . Grandes, buenos, jugosos. Pago bien.

Creo que tengo algunos en la trastienda sale por una puerta de tela, vuelve a entrar al poco . Tengo siete. Quiero cien por cada uno.

Pequeños para ser tan caros. Tú aprovechas. Cincuenta cada.

No regateo con exteriores. Digo cien y son cien. Por cincuenta cada uno te llevas la mitad. ¿Los quieres o se los doy al mono?

El mono lanza una mirada se terror hacia su dueña, y se acurruca en el fondo de la jaula.

Da, siete cien. Pero llevo mono. Toma le pone el dinero en la mano.

El mono vale buen dinero también. ¿doscientos?

Yo voy, tú vendes nada. Siete cien por melocotones y mono. 

La mujer se cruza de brazos. El piloto ruso se levanta y se dirige a la puerta a paso firme.

Espera la dama del tenducho aprieta los dientes—. De acuerdo, llévatelo, llévatelo también. Ese maldito bicho pulgoso no me da más que disgustos. Con tu dinero me compraré un canario flauta para que me alegre los días.

Trato. el hombre del espacio coge la bolsa de melocotones, abre la jaula del macaco, lo coge con delicadeza y se lo sube al hombro. El animal temeroso se agarra a su pelo y no pierde de vista a la mujer.

Ya en la nave, su compañero, Volodia, le recibe a gritos por traer otra vez animales a la nave. Sin duda se cree que su miserable carguero es una especie de arca de Noé. Y encima es un mono, nada menos. Vitaly le mira con indiferencia se tumba en el puesto de copiloto y se pone a mordisquear uno de los melocotones.




viernes, abril 01, 2016

Corsarios enamorados


Como dos corsarios enamorados
abordamos juntos, por sorpresa,
para robar y matar al mundo


sábado, febrero 13, 2016

Nos robaron

Como un enanito alto
encorvado
ella sorbe el helado triste,
su gemela se marcha:
Ya no manchará más;
ya casi no habla.

Las aguas que fueran dulces
secuestradas en sucias bolsas
y perdidas.

La hermanilla parte.
Quiero ser triste
por los demás
pero soy hielo
no tengo el calor de la tierra.

No hay lágrimas.
Hay miedo y pena
al final de la cuerda.



martes, febrero 09, 2016

El mago

Bajábamos charlando por el paseo mi amigo Félix y yo, bueno, sobre todo charlaba yo. El caso es que en un momento dado, de un local anodino salió un mago. Lo reconocimos por su aspecto: ancha camisa blanca con estampado de estrellas, rostro bronceado y ojos punzantes. No estaba contento. 

"La Mandrágora", decía el cartel. Salió empuñando una escoba, y se puso a barrer la acera con desgana. Supuse que quería dar una primera impresión buena, una entrada atractiva para su negocio.

De pronto, el mago se quedó quieto, apuntando su nariz aguileña al cielo. Solo estuvo así un instante. No sabemos que vio, notó o sintió, pero dejó la hojarasca a medio barrer, apoyó la escoba en el quicio de la puerta y entró tambaleándose. Juraría que le oímos murmurar "El primer día. Hoy es el primer día del fin del mundo".


miércoles, enero 13, 2016

Las desagradables peripecias del perro acordeón original

El genetista nos presentó su última creación con un gesto circense.

— Contemplen, pues, al perro acordeón.

A primera vista de un cachorro de un típico perro de tres colores, pelo corto, lengua fuera, con las patas delanteras sobre la pequeña valla, olfateándonos con curiosidad. Sin embargo, en vez de lomo tenía ocho pliegues, como los segmentos de un instrumento de fuelle.

— Siéntate, chico.

Y el cuerpo del animal, al sentarse, empezó a entonar una melodía de acordeón afinado, sin parar de mover la cola a ritmo.

— ¿Pueden creer que esta es la segunda versión? La primera fue un encargo particular. Querían tener un perro de dos metros de largo, patas cortas, treinta pliegues o más y un culo en cada extremo. El individuo que me lo encargó era un tipo gordo que vestía un traje caro; me puso una obscena cantidad de dinero sobre la mesa y me dijo que quería que el animal al moverse hiciese sonar largas y complejas melodías. Tres meses me pasé perfeccionando el modelo. Al final  lo desarrollé, se lo presenté, y ¿qué creen que hizo el muy salvaje? Le dió una patada en el culo que tenía más cerca al pie, con lo que el perro empezó a sonar. Al girarse para protegerse, le acercó, sin poder evitarlo, el segundo culo. ¡Y el individuo va y le da otra patada! El pobre animal quería esconderse, pero no tenía ojos, no tenía cara, solo podía correr en círculos. Tendrían que haber visto cómo se reía el gordo. ¡Disfrutaba haciendo daño al pobre perro acordeón! ¡Era un sádico!

— Disculpe la pregunta, pero, ¿como se alimentaba el perro? Es decir, si no tenía cabeza...

— Tenía una boca bajo uno de los segmentos centrales, y una pequeña nariz disimulada en otro. Podía encontrar y engullir comida, pero ese no es el tema. ¡A mis creaciones no las maltrata nadie!

—Entonces, ¿qué sucedió?

—Pues que le tiré su dinero a la cara y lo puse de patitas en la calle de forma bastante violenta. De hecho salió por la puerta de una buena patada en el culo, para que se hiciese una idea de lo que se siente. ¡Va a venir aquí un gordo maltratador a llevarse a mi criatura! ¡Estaríamos listos!

— ¿Entonces, se quedó con el perro con dos culos?

— Sí, pero no está a la venta. No me arriesgo a que alguien vuelva a mirarle de esa manera asquerosamente golosa. Ahora vive con la familia de mi sobrina. Bueno, les interesa el perro acordeón para su zoo genético o no? No es barato, pero seguro que los burundeses me hacen una oferta, si ustedes no lo quieren.

Yuan y yo nos miramos. Bien publicitado, el perro acordeón iba a ser una atracción infantil de primer orden.

— Nos quedamos con el animal. Le pagaremos lo que pide.

— Perfecto. ¡Brindemos, pues, por el éxito de la nueva estrella de su zoológico!






 
blog de literatura gris y temas que me llaman la atención - Ocultar texto citado -