martes, febrero 27, 2007

Los ladrones piden más

Estoy indignado. Muy indignado.

La organización de corte mafioso SGAE no está satisfecha con la enorme cantidad de dinero recaudado con sus más que dudosas tácticas de "como podrías piratear con esto que te vendo, te cobro la compensación por piratería". Ahora piden más. Se han inventado una cifra (12.000 millones de euros anuales de pérdidas) y pretenden sacarla de los bolsillos de todos nosotros.

La idea es que cada vez que compremos un ordenador, una grabadora, un cedé, un deuvedé, etc... seremos automáticamente culpables de robo, por lo cual se nos pondrá una multa que, en caso de que el gobierno decida hacer caso a esta gente, podría llegar a ser del 80% del precio del producto que compramos (Ver noticia en EOL para más detalles).

Esto ya lo éramos al comprar cedés o deuvedés, pero quieren ampliar el campo para ganar más dinero: si prospera su idea, tener internet, comprar un ordenador o incluso un mp3 será suficiente para declararnos culpables y hacernos pagarles una gran cantidad dinero.

La SGAE cifra sus pérdidas en 12.000 millones de euros en 2006, y pide que se le reembolse esa cantidad ¡anualmente! Lo que ya es muy discutible es la manera de llegar a esa cantidad.
En la web de la SGAE explican el sistema de hacerlo, y más que discutible, es increíble: cuentan (al alza, por supuesto) todas las descargas que supuestamente ha llevado a cabo la gente en España durante todo el año, más las copias que supuestamente han hecho de los originales que se han vendido. Esa cantidad de copias la multiplican por el precio de venta al público del producto original y ahí está, 12.000 millones de euros.
Son muy listos, porque si la gente tuviese que comprar todas las porquerías que se baja o graba, no lo haría ni una centésima parte. Están contando con dinero lo que son en muchos casos, pruebas de "a ver si me gusta".
Es decir, confunden intencionadamente lo que la mayor parte de las veces es algo positivo (a ver cómo suena el último de Bisbal, y si me gusta, cosa improbable, me lo compraré) con "voy a robar el CD de David Bisbal porque es lo más, me encanta, pero no pienso pagarlo".

Yo creía que la presunción de inocencia se aplicaba a todo el mundo, pero soy un ingenuo: la presunción de inocencia tiene una cláusula: se aplica a todo el mundo menos a los que tengan conexión a internet, ordenador con grabadora, etc, etc, etc, etc...
Estas personas son automáticamente culpables de piratería, tal y como puede verse en los anuncios que nos enchufan en cada DVD que compramos legalmente, cada película que vamos a ver al cine...
Yo me siento insultado cada vez que veo un anuncio de esos en que te tratan como un criminal.
Y ya no entro en si es lícito cobrar la copia de un cd, dvd, etc cuando se tiene el original pero se tiene miedo de que se raye, se destruya o, simplemente, se quiera escuchar en un MP3.
Si da igual, vamos a ser culpables, criminales, igualmente.

Y todo porque en algún momento, alguien decidió cobrar un precio desorbitado por un proceso de copia que a día de hoy no cuesta prácticamente nada. Pues lo siento, amigos de la SGAE, pero estais remando contracorriente. No hay vuelta atrás: lo que los cantantes, productores, etc, es decir, la industria de la música, debería hacer es cambiar la manera en que funciona su negocio, adaptarla a los tiempos.
Los fabricantes de software, videojuegos y similares ya han descubierto y están explotando sus propias maneras para evitarlo (un soporte decente, actualizaciones online, partidas online, consolas y periféricos en el caso de los juegos...)

Lo que deberíais hacer, amigos de la SGAE, es simplemente dejar de robarnos y trabajar para ganar dinero legítimamente adaptando el chiringuito a los nuevos tiempos.

martes, febrero 20, 2007

Full de negros-chinos

"Chino, china, chinito, negro, negrito.
¡Full de negros-chinos!"
(de El Milagro de P. Tinto)

El otro día estaba en una cola de coches que pasaban lentos como nunca para incorporarse a una calle principal. Pensé en adelantar, dado que yo conduzco un ciclomotor que veloz no será, pero más ágil que un trozo de hierro de dos toneladas que arranca desde cero, pues bastante.
El semáforo llevaba tiempo verde, y los coches seguían pasando con cuentagotas, como si fuese un cuello de botella. Era consciente de que le quedaban veinte segundos máximo de tiempo antes de que la maldita luz se volviese roja, y descontando...

Miré a la izquierda: imposible, era una calle de doble sentido con un carril para cada uno, y venían varios coches.
Miré a la derecha, esperando que el carril bici estuviese libre (lo sé, es ilegal, pero más ilegal es tener que chuparse un semáforo de siete minutos)... y descubrí que había un coche de caballos circulando por él. Sí, un coche de caballos, esto es, dos caballos tirando de una calesa descubierta, con un conductor y dos guiris muy satisfechos de pagar por dar una vuelta en esa tontería.

Total, que veo que entre el coche de delante (un cutroen Saxo) y la calesa guiri de los huevos hay un espacio que se va estrechando peligrosamente, porque el coche avanza lento y los caballos poco a poco lo van cerrando.
Tomo una decisión: tengo tiempo si doy una buena acelerada, de colarme ante los caballos, tomar el carril bici y superar disparado el semáforo antes de que me deje bloqueado.

Acelero...
por supuesto logro mi primer checkpoint, me sitúo en el carril bici y ante mí aparece ¡¡un ecuatoriano que estaba cruzando por entre los coches!!
Por supuesto yo iba lanzado, pero le veo a tiempo para frenar... y de paso cagarme en su madre por arriesgar su vida, y la mía,de un modo tan absurdo: a ocho metros hay un paso de cebra, con el semáforo de peatones en rojo, por supuesto: ¡¡para eso está verde el nuestro, amigo infractor!!

Total, que doy un frenazo y descubro, embelesado, que ha pasado hace diez segundos un camión de limpieza del ayuntamiento. ¿Que cómo lo sé? Porque hay un pequeño río en medio del carril, justo encima del cual yo acabo de frenar...
La rueda de detrás de la moto se me pone a bailar samba de janeiro mientras insulto al pequeño centroamericano, que se sube a la acera como si la historia no fuera con él. Y entretanto, el semáforo en ámbar...

Un último acelerón, y supero el semáforo, mientras sigo soltándole lindezas al cruzador ilegal y al fantástico ayuntamiento de Carcelona que tiene camiones que cuando limpian, porque limpian y cuando no, sueltan agua para ver si gracias a las pistas de patinaje creadas consiguen incrementar el número de accidentes.

Total, que tras superar grandes adversidades y sortear varios peligros, amén de dialogar con personajes interesantes, llego a mi meta (la calle grande) y me salgo con la mía, al estilo del fantástico extraterrestre de El milagro de P. Tinto, que le gana la mano a su subordinado y amigo gracias a un Full de negros-chinos.
 
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