lunes, abril 25, 2011

Amor de fondo (de piscina)

Estoy tranquilamente dormido en mi celda, soñando con cuchillas de afeitar y princesas barbudas y de pronto noto una agitación externa. Sin quererlo, me despierto y abro los ojos. Es Fray, dándome golpes en el hombro.

- ¿Qué quieres, Fray? ¡Déjame volver a mi mundo!

- Necesito ayuda.

- Mmm, vale. ¿Has intentado hablar con la psicoconsultora? Es una tía muy ocurrente...

- Ayuda de verdad.

- Vale.

Me levanto lentamente, y trato de que me corra la sangre. Al mirarme al espejo veo un muerto viviente blanco como la leche. Soy yo. Detrás, una cabeza desencajada, ansiosa. Es Fray.

- A ver, Fray, ¿Cuál es el problema?

- ...

- Dime.

- Es privado.

- Privado el problema, privada la solución. Yo me vuelvo a mi cama...

Fray se pone aún más frenético. Tiembla y se pellizca los bíceps a sí mismo sin cesar, dejándose grandes marcas. Mañana los tendrá morados. Me mira, furioso y perdido.

- Vale. Es amor.

Sonrío y me acerco a él, tomándole de los hombros.

- ¿Estás enamorado Fray? Bueno, eso no es el fin del mundo. O sí. ¿Y quién o qué es el objeto de ese amor?

- No lo sé.

- ¿Eh?

- Eh.

- Bueno, ese es un buen problema, Fray. Estar enamorado y no saber de quién... la vida es una hijoputada, pero de las gordas. Coño.

No suelo decir palabrotas (no me gustan los electroshocks) pero la situación lo merece. Mi amigo está perdido en el mundo de los sentidos, y no sabe hacia donde enfocar. Necesitamos un experto.

- Vamos al patio, a preguntarle a una experta.

Bajamos hasta el patio. Los guardias nos miran raro, como siempre. Es muy confortable estar en una institución donde las cosas no cambian, te hace sentir a salvo. Nos dirigimos a la piscina.

- La ahogada.

- Sí, venga, vamos a bajar la escalera.

En el fondo de la piscina vive la Ahogada, una mujer increíble, con poderes inenarrable. Su mente sabe cosas que ella ni siquiera recuerda. Y además, siempre está en bikini. Vale la pena intentarlo. Como de costumbre, la Ahogada está tendida sobre una toalla en el fondo de la piscina vacía, junto al charco verde de los restos de agua, que se acumulan en la parte más honda. Lleva gafas de sol y finge escuchar música con unos cascos que no están conectados, al menos, no a este mundo.

- Hola, Ahogada. Aquí Fray y yo tenemos un problema. ¿Es buen momento para una consulta?

La mujer levanta la cabeza y nos mira por la rendija de sus enormes pechos.

- Es amor, claro, casi siempre es amor. A ver ¿Qué os pasa?

Fray y yo nos miramos.

- Aquí mi amigo Fray, que está enamorado, pero no sabe de quién o de qué. Y está como perdido.

- Muy perdido - remacha Fray.

- Ya veo. Voy a consultar a mis gatos. ¡Bochevique, Menchevique, venid!

Por el borde de la piscina se asoma un gato blanco. Salta con agilidad, se acerca y empieza a frotarse contra las piernas de la Ahogada, ronroneante.

- Siempre falta el maldito enano rojo. Es más díscolo que... ¡A ver, Bolchevique, o vienes ya o más vale que caces algo, porque el atún se lo voy a dar a éste!

Se oye un grito ahogado. Me giro y veo que sobre la cabeza de Fray hay un bulto rojo, como una pelusa enorme. La pelusa me mira y se convierte en un conjunto de bufidos, dientes y garras.

- ¡Bolchevique, baja de ahí de una vez, que molestas a los clientes!

El gato rojo salta y se sitúa junto a su ama.

- A ver, organización. Hay amor en este chico, muchachos, pero ¿a quién apunta? Vosotros, que habitais varios mundos a la vez tendreis alguna dirección que darle.

La Ahogada se agacha poniendo la cabeza a altura gatuna. Bolchevique se acerca a su oreja derecha, Menchevique a la izquierda. Parecen conversar.

- Vale. Está claro. - señala a Fray - tío, mira que eres previsible. Es la psicoconsultora. Y tú, dice señalándome, estás enamorado de mí. Qué cosas.

Fray y yo nos ponemos rojos como tomates. Hemos sido descubiertos por gatos de colores, qué vida ésta. Pago a la Ahogada con dos juguetes de cuerda antiguos: un payaso de goma amarillenta y un mono con platillos. Fray y nos vamos hacia la escalera. Me giro, pensando en intentar algo. Ella vuelve a estar tendida en su toalla, ahora boca abajo, lo que aún resulta más turbador si cabe. Me mira por encima de sus gafas de sol.

- Lo siento, moreno, el amor de tu amigo no es correspondido. Estas cosas pasan.

Nos vamos. De regreso a mi celda noto como que me he perdido algo. Luego me centro en un plato de natillas y me olvido del tema.

martes, abril 19, 2011

Mi bandersnatch se ha comido París

Los que vivimos en la Casa de Locos no estamos locos. Pero tampoco somos normales. ¿Sabes qué pasa? Que tenemos poderes, por eso nos temen y nos encierran aquí. Para olvidarnos y dormir tranquilos. Pero los simples muros no son suficientes, y ellos no lo saben.

Salgo al patio, en una de las tumbonas está Fray, leyendo el periódico con gafas de sol. Me siento a su lado y le pego en el diario. En realidad dormía con los brazos extendidos, así que se pega un buen susto, se le quedan las gafas torcidas, y me grita. Yo me parto. Cuando se calma, paso a hablarle de temas importantes.

- Ayer mi bandersnatch se escapó de la habitación.

- No lo dejes nunca suelto.

- Lo tengo atado, pero se me escapó. Y de un salto, se plantó en Francia.

- Estaría hambriento.

- Subió hacia el norte. Y, atraído por las luces, se llegó hasta París. Y se la comió enterita...

- Ves como estaba.

- Luego se echó una siesta en un bosque de Nancy, y de dos patadas estaba aquí de nuevo.

- Comer da sueño.

- Ya no existe París, debe de haber sido una masacre. Pensaba que igual tú lo habrías leído en el diario, o algo...

- Este periódico no vale.

Fray se levanta y me tiende el haz de papeles arrugados, desperezándose. Miré la fecha: era una edición de 1997. En portada aparecía un Ángel, pero del Infierno, en actitud desafiante. Lleva las mismas gafas de sol que Fray. Curioso...

- Es verdad, está pasadísimo. Pues habrá que conectarse a Internet. Quiero decir, ¿vaya desastre, no?

- A no ser que tengas esto.

Fray se saca un teléfono último modelo, con Internet, Blacktooth, táctil y de todo. La leche en verso, vamos.

- ¿De dónde lo has sacado, si está prohibido?

- Es un regalo.

- Introduce París en el buscador, tendría que aparecer de primer resultado, por las noticias y demás.

Fray teclea y busca. Las primeras páginas que aparecen son de viajes turísticos. Va hojeando, y nada de nada. Prueba desastre París, desaparición París, torre Eiffel. Nada. Se gira hacia mí y me mira por encima de las gafas.

- No viene nada.

- ¿Cómo es posible?

- Nos lo están ocultando.

- ¡No puede ser! ¡No pueden ocultárselo al mundo entero!

- Pueden. Tú lo sabes.

- Sí, bueno... pero oye, ¿y si resulta que mi bandersnatch me ha mentido? ¿Y si resulta que me ha salido rana, que es manso como un perrito?

- No ha mentido.

- ¿Cómo es posible? es decir, ¿cómo podemos comprobarlo?

- Mi bandersnatch me lo ha contado también.

- Así que el tuyo fue también...

- El mío también salió. Se comió Navalmoral de la Mata.

- Pues me dejas más tranquilo...

Fray vuelve a acostarse en su tumbona, para dormir sosteniendo el periódico simulando leer. Yo me siento a su lado, a comerme una bolsa de cacahuetes tomando el sol.

viernes, abril 01, 2011

Salida romántica

Para mí una salida romántica es reservar en un hotelito en la montaña, comer bien y salir con tu pareja a dar largos paseos. Paseos por el bosque, cogidos de la mano, por senderos, disfrutando de la naturaleza en todo su esplendor.

Contemplar como tu pareja se agacha a mirar a las hacendosas hormigas y los simpáticos escarabajos peloteros, y fijar la vista en otra parte justo antes de que el animal que hay en tí haga acto de presencia.

Al atardecer, una partida de cartas, una cena ligera, una ducha bien fría y cada cual a su habitación (si puede ser, en plantas distintas), para prevenir tentaciones antes del matrimonio. ¡Qué felicidad!

Sí, esto es vida. Hay que saber esperar para empezar una proyecto vital común de acuerdo con las pautas del buen democristiano. Y, sobre todo, una regla básica: las putas son sólo para situaciones de emergencia. Ni más, ni menos.
 
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