martes, octubre 25, 2005

Temujín y Tamerlán

Gengis Khan, a quien su madre llama Temujín, decide un lluvioso día de 1206 que está hasta las narices de la estepa,y que le apetece merendar en París. Reúne a un buen montón de guerreros mongoles y, cabalga que cabalgarás, asediando y saqueando, se plantan en París. Por desgracia, los caminos son tan malos que al bueno de Temujín se le pasa el hambre con tanto traquetreo, y decide volver a casa.

Cuál es su sorpresa cuando su madre le da un coscorrón nada más bajarse del caballo. Le dice que a ver que se ha creído, que llevaba varios años sin venir de visita ni escribir, ni nada, y que ni conquistas ni leches, que madre sólo hay una y hay que respetarla. Gengis Khan, poderoso emperador del mundo, pide perdón cabizbajo y entra en la tienda de lona a cenar con la familia.

150 años después Timur el Cojo, más conocido como Tamerlán, decide que a él también le apetece tomarse un chocolate y unos bizcochos en algún café elegante de París. Sin pensárselo dos veces se sube a su caballo, llama a sus amigos y compañeros de la estepa y cabalgan en pos de aventuras. De juerga por la Europa central, van arrasando y sembrando el terror, con asedios, saqueos y pillajes a sangre, a fuego y a todo lo demás.

Tras pasar un aburrido invierno en Tashkent, en 1391 toman Samara, Kabul, Bagdad y todo lo que se les pone por delante. Tamerlán, hastiado por lo lejos que sigue quedando París da media vuelta y se pone a conquistar la India.
Sabe que debe volver a casa, pero le da miedo la reacción de su madre (no en vano sabía lo que le había pasado a su antecesor), así que pone la directa y acaba muriendo en 1404 mientras planea la conquista de China. Su madre nunca le perdona que no le felicitase los cumpleaños.

viernes, octubre 21, 2005

La vida salvaje

Ayer estaba mirando hacia el techo de mi habitación. Eso implica que estaba tumbado, aunque no que tuviese compañía femenina (tanta hambre hay que pasar...). Como digo, ayer estaba mirando al techo, y de repente, ví que había una pequeña mancha de humedad. Esas típicas manchas en el techo blanco, que se ponen de color amarillento oscuro y toman formas extrañas. Pues esas.
Era pequeña y con forma como de ciprés, estrecha y alargada, así que no me preocupé. Bueno, pensé que un siglo de estos debería volver a pintar el techo, o conseguir desaprensivamente que algún joven bienintencionado (léase mi padre) lo repintara de forma gratuita. Pero eso fue todo.

Lo malo es que hoy me he dado cuenta de algo curioso: esta noche ha crecido. Estando como estoy estirado en mi cama (me cuesta tanto levantarme por las mañanas que consulto el correo internetil con el teclado encima de la almohada), bueno, estirado, como decía, cada vez se ve más grande. Y ya no parece un ciprés. Ahora parece otra cosa, que no sé como llamarlo, porque me da cierto reparo usar palabras tabú. Bueno, pues que cada vez más se parece a un sexo femenino. Esto es, a un coño.

Y es curioso, porque cuanto más la miro, más me siento atraído hacia ella. Hace un momento me puesto en pie sobre la cama y he intentado tocarla. No he llegado, porque los techos de este piso viejo son altísimos, incluso rebajados con el falso techo de yeso. Y lo peor, que no lo he dicho, es que siento ganas de lamerla, a ver a qué sabe.
Lo sé, lo sé, sólo por decir eso ya me van a crucificar: que si lamer una mancha del techo está prohibido en los cincuenta y un estados de la unión, que si me van a excomulgar... ¿a excomulgar? ¡¡Pero si nunca he comulgado!! (Ahora viene cuando me cae un rayo justiciero del cielo, por ateo. ¡Ahivá, si no ha pasado nada!)

En cuanto consiga volver a levantarme, voy a por una escalera y no creais que me iré de casa sin lamer esa mancha-coño. Tengo que comprobar si es solamente agua filtrada o hay algo más. Tengo que descartar (o no) que alguna joven veinteañera vecina de arriba se haya estirado en el suelo en estado de gracia, y sus esencias hayan traspasado el techo como si fuese papel cebolla. Que ya se sabe que las mujeres tienen grandes poderes ocultos, y yo me siento como uno de esos caballos sementales que, sólo pensando que huelen a feromonas de yegua, se ponen nerviosos y no dejan de piafar y relinchar, mirando a su alrededor. Es la vida salvaje...

jueves, octubre 20, 2005

Cómo prevenir la gripe aviar en Barcelona

Para prevenir la epidemia de gripe aviar que se avecina creo que lo lógico es empezar por eliminar todas las posibles fuentes de contagio, esto es, las palomas y las gaviotas que sobrevuelan nuestra hermosa y cada vez más cara ciudad.
Para ello, a partir de ahora en los CAP de cada barrio (recordemos que es una crisis sanitaria) se repartirán escopetas de caza con cartuchos de postas. El sistema es sencillo, el ciudadano da una fianza y se le provee de una escopeta y diez cartuchos. La fianza lógicamente se le devolverá al reponer el arma.
Al apuntarse a este plan extraordinario, el ciudadano se compromete por escrito a disparar únicamente contra palomas y gaviotas (los loros raros que escaparon del zoo y que pueblan muchos árboles de la ciudad condal están sujetos a revisión), y no contra animales enjaulados tales como periquitos, carolinas o canarios. Se rechazará además a todos los candidatos que cuenten con antecedentes penales, porque no nos interesa que esto se convierta en el oeste.

Bien, una vez que el ciudadano tiene su arma y sus cartuchos, cada vez que vuelva a su CAP a buscar cartuchos tiene la obligación de traer al menos una pieza por cartucho. En caso contrario, deberá devolver el arma y ceder la oportunidad a otro ciudadano. Recordemos que son de postas, así que en caso de bandadas puede acabar con varios de estos funestos animales de un solo tiro (y dejarlos bien destrozados...). En ningún caso se contarán como válidos trozos de animales o palomas y gaviotas muertas por enfermedad, que hay mucho listillo. Tienen que tener heridas mortales de postas.
Mediante este plan se prevendría en pocos días un posible contagio por parte de esas ratas voladoras, y de paso se liberaría al ciudadano barcelonés de la servidumbre de tener que mirar constantemente hacia el cielo para tratar de evitar las defecaciones, plumas, pulgas, etc que constantemente segregan sobre nuestras indefensas cabezas.
En un principio será tarea sencilla, muchos de los ciudadanos voluntarios correrán a los puntos de reunión de palomas y gaviotas, como plaza de Catalunya y dispararán sobre enormes bandadas, causando gran mortandad. Pero poco a poco, sólo los más expertos cazadores serán capaces de volver a su CAP con la mirada orgullosa de quien ha conseguido acabar con diez de estas peligrosas aves.

Por último, destacar el carácter festivo con el que se revestirá esta necesaria intervención: se otorgarán premios para los mejores cazadores, y al ciudadano que traiga más piezas se le dará un trofeo, se le nombrará ciudadano distiguido y se le otorgará la creu de Sant Jordi en reconocimiento a su labor sanitaria.

martes, octubre 18, 2005

Nadie se hace malo de repente

Nemo fuit repente turpissimus, o sea que nadie se hace malo de repente. Lo decían los romanos, lo repiten Gilbert Grissom y sus secuaces en la serie CSI: los aspirantes a psicópatas, violadores y asesinos normalmente empiezan mirando, espiando. Y poco a poco su cuerpo les pide más.
Independientemente de que tras cada persona "mala" (qué blanco y qué negro es dividir entre buenos y malos, señor Bush ¿Y los grises?), decía que tras cada persona "mala" hay una serie de causas, unos fallos en la educación, unas insatisfacciones creadas que le hacen comportarse así. Pero una cosa es comprenderlo y otra, muy distinta, disculparlo. No se puede tolerar que nadie agreda a otra persona, que la obligue a hacer cosas contra su voluntad. Que la hiera o la mate. No.

Y sin embargo, ¿qué se hace con esas personas una vez que los mecanismos de defensa de la sociedad han actuado, una vez que se les han parado los pies? Se les pide que se reformen, y para ello se les encierra en un edificio lleno de gente que tampoco encaja y se tira la llave. Unos pocos mueren, algunos se reforman y bastantes reinciden. Y los que no lo hacen es por el miedo al castigo, buscan otras maneras de sublimar sus tendencias. Y las encuentran si pueden, y si no, reinciden. Y no se les hace ningún seguimiento, y nadie se preocupa de si han vuelto a las andadas hasta que vuelven a pillarles.

Gran parte de la culpa la tienen la educación y la cultura, o mejor, la falta de ambas. Y para luchar contra ese monstruo que es la ignorancia, para evitar el de la intolerancia, para evitar la creación de más personas socialmente deformes, nuestros gobiernos gastan lo mínimo. Porque una carretera se puede construír en unos meses, pero los resultados de una buena educación tardan muchos años. Y aquí, y ahora tendemos a despreciar el largo plazo. Así nos va.

martes, octubre 04, 2005

Pisadas vestidas de rojo

After all the jacks are in their boxes
And the clowns have all gone to bed
you can hear happiness staggering on down the street
Footprints dressed in red
and the wind whispers mary

Después de que todas las sotas estén en sus cajas
y de que los comodines se hayan ido a la cama
puedes oír a la alegría tambaleándose calle abajo
pisadas vestidas de rojo
y el viento susurra Mary


Siento fascinación por "The wind cries Mary", de Jimi Hendrix. Esta balada tiene una letra impresionante, conmovedora. La he escuchado tantas veces que a veces hasta le echo en cara al amigo Jimi que ponga un tono de voy tan chulesco: más suavidad le vendría bien, quizás. Aunque da igual, es una obra maestra. Además, también le suelo echar en cara que se muriese, en vez de seguir viviendo y componiendo y tocando así. Ahí estamos, inconformista. Y cómo me apasiona esta letra...

A broom is drearily sweeping up
the broken pieces of yesterday's life
Somewhere a queen is weeping
Somewhere a king has no wife
And the wind cries Mary

"Una escoba está barriendo, deprimente,
los trozos rotos de la vida de ayer
en algún lugar una reina está llorando
en algún lugar un rey no tiene esposa
y el viento grita Mary"

Qué palabras... en inglés suenan mágicas, como en un hechizo.

En fin, te deseo que las luces del tráfico (semáforos) no se pongan azules (tristes) mañana.

P.

sábado, octubre 01, 2005

París, aaah, París

Jau, amix

Aprovechando que estoy lamentablemente ebrio voy a aprovechar para contaros donde pasé mis vacaciones veraniegas. Resulta que hice un viaje a la ciudad de la luz, París.
La verdad es que el viaje moló: hicimos una primera etapa en coche desde Barnacity a San Pardillo, un pueblo de 3 habitantes situado más allá de Clermont-Ferrand. Dormimos en un hotel/motel donde podrían rodar una peli de lo raro que era: no había váteres en las habitaciones, pero sí había bidets... mmmh debe de ser que soy francés, y claro, me cuesta.
El segundo día llegamos a París, que estaba a cuatrocientos y poco kilómetros. Llegamos pronto, pero por desgracia, nos costó lo nuestro encontrar el cámping del Bois de Boulogne, que está mal indicado con ganas en la ciudad. Suerte que era domingo, porque si no, habríamos muerto. Las instalaciones del mismo están como hace diez años cuando las visité por primera vez, es decir, precarias en cuanto a servicios. Parece ser que lo único que les importa a los que llevan el cámping es hacer dinero, claro.
El tercer día fuimos a la meca del tío Walt en Europa, es decir, Eurodisney, o Disneyland París, como lo llaman los lugareños. Lo pasamos bien, es un parque temático de primer orden, y como tal te lo cobran, pero en fin...
El cuarto, quinto, sexto y séptimo día estuvimos dando vueltas por la ciudad, visitando museos, sitios emblemáticos y galerías comerciales, ahí, a saco. De Montmartre a las Lafayette.
Los tres últimos días los dedicamos a descansar. Me explico: viajamos hasta Pontorson, un pueblecito normando en la frontera con Bretaña que tiene la particularidad de estar a 20 kilómetros del Mont Sant Michel, un lugar que queríamos visitar tant sí com no. Y lo hicimos, vaya si lo hicimos.
Acertamos el cámping (buenas parcelas, buen tiempo, piscina, sauna, trato genial) y nos quedamos tres días descansando y haciendo excursiones a las localidades vecinas.
Y de allí vuelta para casa: llegamos a Tolouse, dormimos en un hotel y al día siguiente, previo paso por Carcasona, llegamos de vuelta a la ciudad condal.
Total, un viaje cansado, pero muy gratificante. Es lu ca iá.

Miau,

P.
 
blog de literatura gris y temas que me llaman la atención - Ocultar texto citado -