Ayer asistí a una de esas reuniones que los políticos tratan siempre de convertir al rédito político. No, no se trata de la final de la Copa de Europa (no soy tan rico como para pagar 1.000 euros, ni tan paciente como para hacer encima 12 ó 14 horas de cola, ni siquiera soy socio del Barça), sino la celebración pública de la victoria del FC Barcelona que tuvo lugar en la fuente de Canaletas.
Yo a Iniesta, Larsson, Valdés y compañía los ví por televisión, así como a los Reyes Majos, Zapatánsar y, como no, el malvado anestesista, el magnate constructor de obras faraónicas con dinero ajeno, (con todos ustedes, señoras y señores) el arcalde de Barceloca, Johnny Clos.
El caso es que éste último (y volvemos a Canaletas) insiste en convocar a la ciudadanía a que celebren los títulos del Barça en la conocida fuente de Montjuïc, pero por suerte para los vecinos de la zona, los ciudadanos no le hacen caso. Y eso que él es el supermán que disuade a los botellonistas, el príncipe de la civismo. Pero no le hacen caso.
Decenas de miles de personas desoyeron a nuestro bienamado primer edil y se personaron en la pequeña fuente del principio de las Ramblas, dando rienda suelta a sus emociones.
Y la verdad es que daba gusto verlos. Yo, que de natural soy poco dado a efusiones emotivas, me lo pasé en grande viendo a otros gritar, llorar, animar, cantar... y también tirar petardos, encender bengalas e incluso pasarse una pelota que volaba de un lado a otro gracias a saques de falta espontáneos dirigidos al cielo.
Había miles de personas, la mayor parte de ellas jóvenes de 15 a 30 años, de toda Barcelona (cuando yo me fuí, sobre las 12.30 seguían llegando miles que venían de más lejos), y de todo tipo de clases y pelajes políticos: de hippies con rastas a maquineros con camisetas de Scorpia, de ejecutivos trajeados a niñas cumbas de esplai. Y se escuchaba de todo: desde cantos independentistas al himno de las brigadas amarillas (del Cádiz), pasando por lo que podríamos llamar "baladas de borrachos alegres".
Luego, mucho más tarde (a las 2 o las 3 de la mañana) un puñado de alborotadores y mangantes decidieron romper escaparates para robar su contenido, se enfrentaron a la policía y rompieron todo lo que tenían a mano. Eso es casi lo único de lo que hablan los periódicos hoy cuando se refieren a Canaletas.
Es triste que siempre tengan que dar más énfasis a las cosas malas que pasan que a las buenas. Y como buenas no me refiero la victoria del Barça en sí, ni lo que dijeron los futbolistas, ni los políticos y demás que fueron a hacerse la foto, sino la gente que de verdad sintió alguna cosa y quiso compartirla con otros como ellos en el lugar mítico de celebración.
jueves, mayo 18, 2006
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1 comentario:
Jo també vaig estar a la plaça Prim de Reus amb els apassionats del futbol. I els esdeveniments també succeiren de manera similar... a la feina hem rebut algun mail de Madrid "felicitant-nos" per la copa, però també preguntant què coi fem a Reus amb el cavall del Prim i els contenidors de brossa. Ja ho veus, els reusencs ens estem fent famosos pel nostre salvatgisme irracional...
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