viernes, octubre 21, 2005

La vida salvaje

Ayer estaba mirando hacia el techo de mi habitación. Eso implica que estaba tumbado, aunque no que tuviese compañía femenina (tanta hambre hay que pasar...). Como digo, ayer estaba mirando al techo, y de repente, ví que había una pequeña mancha de humedad. Esas típicas manchas en el techo blanco, que se ponen de color amarillento oscuro y toman formas extrañas. Pues esas.
Era pequeña y con forma como de ciprés, estrecha y alargada, así que no me preocupé. Bueno, pensé que un siglo de estos debería volver a pintar el techo, o conseguir desaprensivamente que algún joven bienintencionado (léase mi padre) lo repintara de forma gratuita. Pero eso fue todo.

Lo malo es que hoy me he dado cuenta de algo curioso: esta noche ha crecido. Estando como estoy estirado en mi cama (me cuesta tanto levantarme por las mañanas que consulto el correo internetil con el teclado encima de la almohada), bueno, estirado, como decía, cada vez se ve más grande. Y ya no parece un ciprés. Ahora parece otra cosa, que no sé como llamarlo, porque me da cierto reparo usar palabras tabú. Bueno, pues que cada vez más se parece a un sexo femenino. Esto es, a un coño.

Y es curioso, porque cuanto más la miro, más me siento atraído hacia ella. Hace un momento me puesto en pie sobre la cama y he intentado tocarla. No he llegado, porque los techos de este piso viejo son altísimos, incluso rebajados con el falso techo de yeso. Y lo peor, que no lo he dicho, es que siento ganas de lamerla, a ver a qué sabe.
Lo sé, lo sé, sólo por decir eso ya me van a crucificar: que si lamer una mancha del techo está prohibido en los cincuenta y un estados de la unión, que si me van a excomulgar... ¿a excomulgar? ¡¡Pero si nunca he comulgado!! (Ahora viene cuando me cae un rayo justiciero del cielo, por ateo. ¡Ahivá, si no ha pasado nada!)

En cuanto consiga volver a levantarme, voy a por una escalera y no creais que me iré de casa sin lamer esa mancha-coño. Tengo que comprobar si es solamente agua filtrada o hay algo más. Tengo que descartar (o no) que alguna joven veinteañera vecina de arriba se haya estirado en el suelo en estado de gracia, y sus esencias hayan traspasado el techo como si fuese papel cebolla. Que ya se sabe que las mujeres tienen grandes poderes ocultos, y yo me siento como uno de esos caballos sementales que, sólo pensando que huelen a feromonas de yegua, se ponen nerviosos y no dejan de piafar y relinchar, mirando a su alrededor. Es la vida salvaje...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Antonio Rufete.
Psicólogo
Carretera de Tuerca, 22, 5,1.
08001 Barcelona
Tfno: 555 345 485
E-mail: arufete@gmail.com

Habitualmente, sólo atiendo consultas de 9 a 10 pero dada su situación puedo atenderle a cualquier hora. Llameme.

Anónimo dijo...

Sencillamente genial!

Antonio dijo...

No se como usted no esta en un psiquiatrico ya!

 
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