martes, agosto 24, 2010

Payasos en la nieve

Los pobres diablos permanecían tristes ante la gran carpa de vivos colores. Dos hombres y una mujer, los tres vestidos de payasos, se frotaban las manos y daban saltitos para tratar de ahuyentar el frío. Nevaba bastante, y el cadáver de Zapatones empezaba a cubrirse de una fina capa blanca. Al darse cuenta, uno de los policías le echó una manta para preservar las pruebas, pero sus inmensos pies quedaron fuera.

Rita Amatista empezó a llorar, y se acurrucó en el hombro del Gran Poltrón. Las lágrimas dejaban surcos en el maquillaje blanco. Tontolimón, con una sonrisa triste y amarilla, no podía apartar la vista de su compañero caído. "Telón, compañero" susurró con los ojos nublados.

Luego les llevarían a una comisaría y les darían una paliza de muerte hasta que uno de ellos, no diré cual, confesó, por fin. Ese es el trato habitual de nuestras fuerzas del orden locales con los forasteros: si ha habido un crimen, uno de ellos confiesa y paga las culpas. Nuestra pequeña ciudad es muy tranquila, y quizás os parecerá un poco paleta, pero creeme si te digo que tenemos mucha experiencia en solucionar nuestros problemas.

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