Los primeros pobladores de la península, si estamos de acuerdo con las teorías de Darwin, eran unos peces con cuatro patas realmente feos. Y ¿quién te dice a ti que se han ido? ¿y cómo? ¿y cuándo, o por qué?
La respuesta es simple: no se han ido. Siguen entre nosotros. Así que la próxima vez que te tumbes a dormir en tu mullida cama, echa antes un buen vistazo bajo ella. Es más, levanta y revisa también armarios y cajoneras. Ellos pueden, deben estar ahí. Y vivieron en tiempos duros, pasaron glaciaciones. No son amistosos.
lunes, febrero 07, 2011
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