Érase una vez un niño llamado Teddy que tocaba en un grupo musical. No obstante, nada dura para siempre, y Teddy, chico listo, se puso a trabajar en una sociedad que hacía que los músicos cobrasen cada vez que alguien usaba sus canciones.
Y con su inteligencia y su don para hacer amigos, la convirtió en una empresa grande y fuerte. Y sin embargo, la gente le odiaba, porque cobraba por cosas que la gente consideraba gratuitas.
Y Teddy, en vez de ser didáctico, de tener paciencia y dar explicaiones con calma para que su trabajo fuese comprendido y aceptado poco a poco, se refugió en el orgullo y los abogados. Y la gente le empezó a odiar más. Incluso algunos de los músicos, de sus protegidos, le dieron la espalda. ¡¡A él, que iba a hacerles tan ricos!!
El caso es que Teddy se fue amargando, a nadie le gusta ser odiado, y terminó por aceptar que quizás los músicos no se merecían todo el dinero que él estaba recaudando para ellos. Y quizás cogió un poquito. Y un día vino la policía a registrar su casa, y le llevó detenido.
Y este cuento no ha terminado.
lunes, julio 11, 2011
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