Tú puedes ser ingenuo y pensar que tienes un gato. Sin embargo, los gatos son animales salvajes aún; de hecho, tienes suerte de que sea tan pequeño, si no, tu gato podría arrancarte un brazo en un ataque de ira. O una pierna. Y luego se relamería y ronronearía tan tranquilo.
En el mundo antiguo se sabía que los gatos pueden cruzar libremente del mundo de los vivos al de los muertos, así, sin despeinarse. En un momento dado están sentados junto a Aquiles hijo de Peleo, lamiéndose una patita, y al siguiente están en tu sofá, pasándosela por la cara para lavarse. Y Aquiles, gris y sediento de sangre, como todos los muertos del Hades, no está precisamente contento. Pero eso a tu gato no le importa.
Otro punto a tener en cuenta: nunca le pongas nombre a tu gato. Él o ella ya tienen uno. Lo que pasa es que no se lo has preguntado nunca. Y si lo has hecho, probablemente no le haya dado la gana decírtelo. Pero ya tienen el suyo, por eso nunca responden a apelativos como Micifuz, Gremlin, Bolita de Pelo, Furby o similares. No te quejes: si tu fueses la reina Bastet y te llamasen Pichurrina, tampoco harías ni pastelero caso. Es más, te ofendería tanto, que caminarías toda tiesa, sin mirar atrás... ¿te suena esa actitud?
En resumen, que los gatos viven con nosotros, pero no entre nosotros. Van a la suya, entre dos mundos. Y están convencidos de que somos sus esclavos.
miércoles, febrero 10, 2010
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2 comentarios:
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Los gatos son lo más... nunca sabes en qué están pensando. Se quedan una hora mirando una pared vacía, y acabas pensando que ellos ven mundos que tú no puedes ver. :D
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