Despiadadamente solo
sentimientos rabiosos y arrebatados,
mirando hacia el yeso sucio
de una pared sin puerta.
La televisión encendida
huidas mentales para jóvenes ancianos idiotas
pero a mí no me sirve:
demasiado tonto para creer.
Abrazado por la humedad
exhalo bien fuerte
intentando deshacerme de pensamientos y sueños locos,
deseando ser normal.
El ruido interior me desarma contra el suelo.
Hoy tampoco duermo;
quizás, por favor, mañana.
domingo, marzo 27, 2011
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